Amor eterno

Amor eterno

Por alguna razón ciertos nombres revelan la verdadera condición de las personas. Ella nos descubrió que el amor verdadero no hace ruido. Fatigada de tanta vida, recordaba con entusiasmo y detalles las duras circunstancias de una guerra cruel entre hermanos. En el crisol de los recuerdos moderaba aquellos momentos difíciles y me contaba despacio  cómo perdió a quienes tanto quería. Su mirada cansada le permitía a veces fijarse en pequeños detalles, que vestían nuestro encuentro de fraternidad. Esperaba mi visita  aunque a veces no recordaba mi nombre. Y sin palabras, me  mostraba sus manos, pequeñas y frías, de tacto sincero y amoroso.  Su corazón se paró más tarde que pronto y se lleva el desvelo de una mujer enorme y pequeña, capaz de amar sin miedo durante (casi) un siglo.  Y de improviso siento sus manos frías otra vez, en el recuerdo de su gesto dulce por el calor de las mías. Y su sonrisa dócil dirigida al cielo, cansada de vivirlo casi todo.  Es probable que Dios le reveló el lugar privilegiado que le esperaba. Hasta siempre Inocenta. César Cid

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