Epifanía: adorar al Amor

Epifanía: adorar al Amor

La Epifanía- manifestación- de la tradición cristiana se concentra en la fiesta de la adoración de los magos, aunque las escrituras también consideran manifestaciones epifánicas el bautismo de Cristo por Juan y su primer milagro en Caná. El Verbo encarnado se revela al mundo entero, representado en los tres magos. Las oraciones litúrgicas se refieren a la estrella que condujo a los magos junto al Niño Divino, al que buscaban para adorarlo. La Epifanía anticipa nuestra participación en la gloria de la inmortalidad de Cristo, manifestada en una naturaleza mortal como la nuestra. Esta fiesta litúrgica, que tanto ha penetrado en la sociedad de consumo, es una invitación a la adoración eucarística. Estamos llamados a continuar ante el santísimo Sacramento la adoración en la gruta de Belén, como gesto de fe y tributo de amor al Verbo encarnado. Arrodillados le adoraron (Mt 2, 11). ¿Qué vieron los magos en aquél pobre establo? Vieron a un niño desprotegido y pobre, nacido por amor, un Amor inefable. Vieron a un Dios débil y pequeño, que se vació de su Divinidad para los débiles y pequeños. Todo lo que hizo Jesucristo, desde la encarnación hasta la cruz, tiene por objeto el don de la Eucaristía, su unión personal y corporal con cada uno de los hombres. El que come mi carne permanece en mí y yo en él (Jn 6, 56). Nuestro amor a la Eucaristía debe ser también absoluto si queremos conseguir nuestra transformación en Él. Unamos nuestras almas para adorarle, hoy y siempre, y consolidaremos el Reino del Amor. César Cid

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