A media voz

A media voz

Te llevas el desorden que la vida proporciona a cada uno, el vértigo apegado a cada cambio, a cada giro, consciente- dices-  que la tuya apunta al epílogo inevitable y natural. Nuevos pasos y tantas preguntas como lágrimas derramadas en una vida larga y provechosa. Podría recorrer aquellos caminos guadalupanos con tus relatos apasionados. Podría incluso  adivinar los rostros de todas las personas que pasaron por tu vida, mientras el cielo raso apunta nieve y frio intenso esta noche. Mañana me faltará tu apariencia de madre, tu sonrisa tímida, tu voz severa y tu abrazo grande. Sé que tardaré días en dejar de imaginarte tras la última puerta que veló tus noches cansadas, ante la mirada de María, madre paciente que tantas veces hemos mudado de habitación en los últimos meses. Nos han llovido tus recuerdos en medio de sollozos, sonrisas y miedos. Y en la angustia del mañana incierto, hemos compartido momentos inolvidables como quien se siente a salvo de mil peligros. Presta atención a los recuerdos, querida Rita. Cierra los ojos y vuelve entonar un Ave María a media voz, como hacías cada tarde. Comprobarás que María de Guadalupe acompañará tus pasos, como cuando eras una niña. Hasta muy pronto.

César Cid

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