Una mirada cambió mi corazón

Una mirada cambió mi corazón

Una experiencia espiritual profunda que nos regala Nacho Ortíz, misionero de la Sagrada Familia

En un mundo cada vez más narcisista y lleno de Soledad, cuando al hombre y a la mujer les cuesta caminar con su dolor y acompañar el dolor ajeno… un grito, una voz. Una necesidad que nace de un dolor oculto, un dolor callado: ¿quién caminará conmigo? ¿Quién estará a mi lado con este dolor de hoy y ayer?

Necesitamos dar un paso a hacia adelante y decir: ¡Yo! Yo caminaré contigo. No por mi necesidad de no sentirme solo. Solamente porque un Hombre me amó y me dijo: ¡Haz tu lo mismo! De alguna manera, yo soy ese joven rico que con miedo me acerqué y Él me descubre pobre. Yo soy ese joven rico que era fiel, pero tenía miedo a ser escuchado y amado.

Es verdad, me marché y me reí de aquel que me miró y no dejó de mirarme, abriendo su corazón mientras yo cerraba el mio. Pero una mañana el vacío y el dolor me despertaron y esa mirada de Él, que quedo grabada en mi memoria, regresó. Se volvió una necesidad para mi, un deseo de recuperarla. Y ese vacío interno me hizo recordarme amado y, sin darme cuenta, me volví hacia los caminantes de mi lado, a los que caminaban conmigo. Sin embargo una necesidad mayor me llevo a caminar con los que están lejos de mi (seguridad).

Me acerqué a cada uno de ellos, no con mis ojos, sino con Su mirada. Esa que me hace ver sólo un rostro, una persona con su historia. Un ser que ha de ser amado y acogido. Y pude ver un rostro vacío de abrazos, de los abrazos que Él me regaló aquél  día y yo no recibí…

Y entonces me acerco, lo acojo y me siento acogido. Me acerco y lo abrazo y Él me abraza en él y en su mirada de dolor. Ahora me siento mirado por Aquél que me miró con amor. Y dentro de mi corazón le digo: ¡Estás en casa! ¡Pero soy yo el que se ha sentido en casa, porqué él y Él me han dejado amar! ¡Su debilidad en mi debilidad!

Y en ese momento entendí que romper es descubrir mi ser más profundo. Me di cuenta de que siempre había buscado algo que estaba muy cerca y que Él me mostraba… Di un paso adelante para caminar con el dolor del otro, con la soledad del otro y me encontré con Aquél que me miro y me dijo. ¡Ven conmigo!  Y el rostro dolorido del otro se convirtió en el Otro que me amó sin condición.

P. Ignacio X. Ortiz msf

Volver arriba