Resucitaremos

Resucitaremos

Hoy, la tradición nos recuerda a aquellos que participaron de nuestra vida de alguna manera. La ausencia de los seres queridos puede convertirse en un peso insoportable, capaz de invalidarnos definitivamente. El dolor de la pérdida requiere un proceso de maduración, lento pero real. Cada persona lo vive en función de diferentes variables y retoma su futuro (si lo hace) desde la ausencia como puede. Duele porque tiene que doler, y mucho. Sin embargo sabemos que el dolor desaparecerá si el duelo se procesa evolutivamente. Y el tiempo no cura nada, por cierto, son los pasos dados con el apoyo de familiares y profesionales. La fe nos proporciona un recurso maravilloso para encontrar sentido a la muerte de un ser querido. Para entender el misterio de la muerte hay que mirar a la vida, que es Cristo resucitado. La resurrección expresa una vida nueva, tanto al que muere como al que queda, consolado en la certeza del sepulcro vacío. Y alimentar la esperanza que el Dios de los vivos ha dado un nuevo hogar a nuestro ser querido, con quien un día nos veremos en un encuentro feliz y definitivo. Entender la resurrección facilita la recuperación del deudo desde la fe, proporcionándole sentido desde el amor de Dios, en una relación sanadora. Cristo cicatriza las heridas, proporciona esperanza y nos ilumina ante el sentido sagrado de la vida. César Cid

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