Acompañar la intemperie del sufrimiento corresponde a toda persona, que antes ha necesitado tanto ese calor que ahora ofrenda. Solo así es posible mirar el dolor del alma y ver el vacío donde encontrar las respuestas. Y no cabe la huida porque también tú sientes su pérdida, aunque ignores realmente qué es lo que ha perdido. Creo que para encontrarse hay que perder el miedo a perderse en los otros. Y desde ellos volveremos a vernos, como en un espejo, como Dios nos pensó en la eternidad. El alma escucha y espera nuestra pobre mirada peregrina, que un día libró una batalla inolvidable.
César Cid
