Pan para la eternidad

Hostia_CristoJesús reconoce abiertamente ser el Pan de la Vida, misterio que revela durante la última cena, que ya anunció en la sinagoga de Cafarnaúm, ciudad en la que ejerció su ministerio en Galilea: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo” (Jn 6, 51). El hijo de José escandaliza así a sus contemporáneos, descreídos de un Dios humilde y misericordioso, muy distinto al mesías esperado generación tras generación. Jesús establece una sublime relación entre Eucaristía e inmortalidad, pensada para toda la humanidad. El pan eucarístico es la prenda para la vida eterna. En la encíclica de san Juan Pablo II Ecclesia de Eucharistia, encontramos una interpretación magisterial al respecto de esta idea: “quien se alimenta de Cristo no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna; la posee como primicia de la plenitud futura, que abarcará al hombre en su totalidad”. La Eucaristía es el centro de la fe, fruto sublime del Misterio Pascual. En el servicio a los hermanos al final de la vida, adquiere un importancia extraordinaria. Conscientes de representar a Cristo desde el primer encuentro con el hermano que sufre, modelamos nuestra relación con el enfermo desde la presencia del Espíritu Santo, con el deseo sincero de ofrecerle el regalo del Pan de la Vida. Y acompañar el proceso con gestos de confianza y respeto, a la luz de sus recuerdos, en busca de la Luz que alumbra la verdadera Vida.

César Cid

2 comentarios en «Pan para la eternidad»

  1. Eucaristía, alimento espiritual, muy necesario en nuestras vidas, para el que sufre con fe, recibir la comunion es tambien medicina espiritual, muy importante en el final de nuestro peregrinar hacia la Vida Eterna.

  2. Muy buena la cita que haces de S. Juan Pablo II. Y también muy buena la sipnosis que haces del proceso del acompañamiento.

Los comentarios están cerrados.

Volver arriba