Día del enfermo

143917599Hoy 11 de febrero,  memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes, la Iglesia nos propone la Jornada Mundial del Enfermo, como una ocasión propicia para reflexionar sobre el misterio del sufrimiento. Un momento oportuno para sensibilizar a la sociedad ante el dolor y el sufrimiento. Jesús urgió sobre esta necesidad, como un pilar del seguimiento cristiano. Es una oportunidad para unir nuestro corazones con el hermano que sufre en todo el mundo. Sabiduría del corazón es el slogan de la campaña, que apela al vínculo con el sufrimiento desde nuestra fe. «Sabiduría del corazón es servir al hermano», dice el Papa Francisco. «En el discurso de Job que contiene las palabras «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies», se pone en evidencia la dimensión de servicio a los necesitados de parte de este hombre justo, que goza de cierta autoridad y tiene un puesto de relieve entre los ancianos de la ciudad», afirma el Papa, que desde el inicio de su pontificado ha marcado como prioridad la atención a los enfermos. Nosotros, comprometidos con el sufrimiento desde la vocación, compartimos este espacio con una oración para todos los que sufren por alguna razón:

Te presentamos, Señor, a tantos hermanos nuestros que sufren, y te pedimos por ellos. Pero, sobre todo, te rogamos humildemente que transformes nuestro corazón de piedra en un corazón de carne, para amarlos como Tú los amas. También necesitamos luz y sabiduría. Con frecuencia no encontramos la palabra oportuna e iluminadora ante situaciones de rebeldía y de dolor. Nos cuesta entender el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Al contemplar tu vida, percibimos actitudes y mensajes que invitan a descubrir valores positivos en estas mismas situaciones; que hablan del sentido positivo que hay en ellas. Nos hablas del momento de tu pasión y dices que es el día de tu gloria; dices que si el grano de trigo no muere, queda infecundo; que la enfermedad nos ayuda a discernir lo valioso de lo despreciable; y llamas bienaventurados a los pobres, a los que lloran y a los perseguidos. Señor, necesitamos una conciencia más lúcida de la fragilidad del hombre y de que nuestra vida es un caminar continuo hacia la casa del Padre. Necesitamos capacidad para aceptar la realidad del dolor y del fracaso, que sobrevienen sin esperarlos. Necesitamos paz en medio de la adversidad y comprensión del inmenso valor del sufrimiento para construirnos a nosotros mismos y para la salvación de la humanidad. Ayúdanos a comprender que junto a ti, la enfermedad puede no ser una desgracia, y que la muerte nos abre el camino para el abrazo con el Padre.

Amén.

 

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