Acariciar la cicatriz

paredEntiendo que te cuesta dejar de lamentar tu estado actual. La cuestión es: ¿de qué sirve tu lamento? Con él, proyectas tu dolor culpando a otros de tu situación, incluso a personas que han dado su vida por ti. Has herido a quienes, corazón en mano, se inclinaron para consolarte el tuyo. Entre tanto, has decidido acariciar tu cicatriz, sin considerar que ellos llegaron a ti con heridas abiertas, sangrantes a veces… Solo tú encuentras reparos a tu vida y lo que te acontece, y te encuentras solo, prisionero de tu propia desazón.  Los problemas y sus consecuencias son propios de la vida. Sólo has de decidir cómo mirarlos, cómo acogerlos. Como un estoico y su orgullo heroico de aceptación radical, o como un cristiano que, a la luz del evangelio, transforma el sufrimiento en amor, al calor de la fe. El mejor ejemplo es la comunión de los Santos. Un ejemplo luminoso y ejemplar: sufrir por quienes no han sufrido aún, desde el vínculo sagrado de la Pascua. Acariciar tu cicatriz es ir contra ti mismo, hermano. Sucumbe a tu orgullo y contempla con los ojos del corazón la cruz de Cristo. Vivimos en un mundo enfermo y herido, que intenta razonar hasta perderse en la niebla. El sufrimiento puede ser el camino para encontrar sentido y transformar en amor cualquier circunstancia de nuestra vida. César Cid

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