El corazón de Asun

El corazón de Asun

Hablar de Dios no es para entender a Dios sino lo que decimos de Él; nos guste o no. La salvedad está fuera de toda teología y de cualquier análisis sesudo. Está en la experiencia de Dios, esa que atribuimos a los grandes místicos conocidos del pasado, bien pasado, generalmente. Sin embargo no es necesario escuchar grandes sermones ni leer bellas frases sobre los aspectos absolutos que con Dios se relacionan. La gran sabiduría que expresa lo qué es realmente Dios, brota humedecida en lágrimas pesadas, desde la palabra de una mujer sencilla, cuya vida ha sido una verdadera ofrenda. 

Asun está enferma para el mundo, aunque plena y completa para Dios. Me cuenta emocionada cómo es sentir su presencia y la necesidad que activa en ella (lo ha experimentado toda su vida) un resorte natural para amar a todos al modo de Dios, es decir, sin exclusiones ni juicios. Y se emociona mucho cuando recuerda las anotaciones que escribió en su cuaderno mientras Braulio, el amor de su vida, estuvo enfermo. Ella desconoce los principios físicos que hacen posible la vida, pero experimenta que la realidad pasa por entender mejor que nadie los misterios de la muerte y la vida en Cristo. Asun conecta todo a Dios, sin separar ni un solo deseo de amor que previó su corazón, ahora cansado, en muchos momentos de su vida. Por eso sostiene sus recuerdos con celo y da gracias por cada gesto recibido…

Y es así porque ha obtenido las respuestas mirando al cielo, aunque el cielo no le hable. Porque el cielo nos devuelve las preguntas mientras lo miramos y ya solo queda la hondura del corazón, en el que permanecemos habitados desde la primera vez que amamos de verdad. Todos somos la respuesta, Asun y nosotros. Todos podemos escuchar a Dios, pero esto ya se sabe. Solo es necesario amar como ella ama, como el cielo la enseñó.

César Cid

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