El camino amarillo

El camino amarillo

– ¡Es un lugar muy apartado, más allá de la luna y del cielo estrellado!… -canturreó la abuela-

– Dorothy quiere ir a conocer otros lugares, pero lo que le pasa no es verdad, sólo es un sueño. – replicó Lucas

– ¿Estás seguro? ¿Crees que para ella fue un sueño? Ella no dice eso…

– Bueno- interrumpió el chico- sus amigos decían eso…

– Y ella; y tú… ¿Acaso no te parece real lo que sueñas?

– Claro, si a veces me cago de miedo- contestó Lucas sonriendo.

– Mira, Dorothy es una niña incomprendida en un mundo de adultos. Su vida empieza a tener sentido cuando comienza su aventura en Pequeñilandia. Nada más llegar aplasta a la bruja del este, librando a los habitantes de su presencia. Después emprende un largo viaje por el camino amarillo. En él conoce a un espantapájaros que no asusta ni a los cuervos y que ansía un cerebro; a un hombre de hojalata que desea tener un corazón y a un león que sufre por carecer de valor. Juntos recorren el camino amarillo en busca del Mago de Oz.

– Sí, continúa- dijo Lucas.

– Ella reúne el valor, la inteligencia y lo sentimientos que ellos no tienen y consigue la sinceridad de un falso mago que vive en un mundo de ilusión…

– ¡Un loco! -espetó el niño.

– Sí, dijo Ino sorprendida – un loco maravilloso que supo aliviar al león, al espanta pájaros y al hombre de lata sólo con la imaginación.

Lucas se incorporó interesado:

   – Y a ella, ¿qué le faltaba a ella?

   -Nada. Lo tenía todo, pero era incapaz de verlo. Necesitaba sentirse amada y comprendida. Vivir la experiencia del amor sin esperar nada de nadie.

    Ino cogió las manos de su nieto y acerco el cuerpo frágil de Lucas a su pecho. Le sentó sobre sus rodillas y le besó con fuerza.

– Escucha cariño, un corazón no se juzga por lo mucho que ame, sino por lo que lo amen los demás.

– … -dijo Lucas titubeando-:  ¿era un sueño o qué?

– ¿Qué es para ti un sueño?

– Pues… -suspiró paseando la vista sobre el techo de la habitación- una ilusión… ¿un viaje en el que nada es imposible?

 Ino sonrió satisfecha.

– Puede que todavía no lo entiendas. Es el camino amarillo. Un hilo dorado que nos transporta hasta lo que somos de verdad. Para los demás son fantasías. Para ti, como para Dorothy es la verdad, la única verdad.

– No sé abu, me parece que no lo entiendo- dijo confuso.

– Lo entenderás, te lo aseguro. Será cuando veas la otra parte de ti que ahora no puedes ver.

– Bueno, -añadió dubitativo- creo que ya he visto algo… No sé – dijo sacudiendo la cabeza- me vi doble.

– ¿Soñabas?

– No, seguro que no- contestó con seguridad.

– ¿Se lo has contado a alguien? –le interrogó Ino.

– A mamá

– ¿Y qué te dijo?

– Nada, que a ella también le pasaba de pequeña. Que a mi se me pasaría pronto… Imaginación infantil, dijo.

– Dime una cosa- preguntó Ino- ¿te asustaste?

– ¡No, que va! – contestó resuelto.

– Pues si te parece será nuestro secreto.

– ¡De acuerdo! Pero ¿dónde se guardan los secretos, abu?

– Muy cerca del corazón, en un pequeño escondite que nadie puede descubrir.

César Cid

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