Hasta la luz

Hasta la luz

Quisiera iluminar tus miedos esta noche para acompañar las primeras luces que te es­peran. Planear contigo sobre nubes capri­chosas y recordar juntos el olor a chocolate caliente en las tardes de invierno. Descuidarnos de la lluvia hasta empaparnos como entonces, para temblar des­pués junto al fuego. Empujar la vieja moto hasta escuchar ese soni­do envejecido que nos hacía reír tanto. Y correr como locos el cauce del río hasta agotarnos. Tu vida huye ahora como un grito en el viento y me angustia com­probar que ya no me reconoces y no tengo voz para decirte, hermano, ni adiós siquiera. Mi corazón sufre como el tuyo y quisiera saber cantar para que el camino te resulte más agradable. Si Dios permite que sientas mi tristeza, sabrás que lle­vas buena parte de mi ser en este viaje, como semilla de caridad fraterna.

César Cid

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