La dimensión sanadora de Jesús (2)

Jesus_sanaSanación que salva, perdona y restaura. La curación de los enfermos es la expresión salvadora de Jesús para el que sufre en su cuerpo. Su actividad sanadora ocupa una considerable extensión en los evangelios. Sería imposible y temerario desligar la dimensión sanadora de Jesús del resto de actividades que acometió: “… su fama llegó a toda Siria; y le traían los pacientes aquejados de enfermedades y sufrimientos diversos… Y Él los curaba”1. Cada curación de Jesús es un signo de redención2 que debemos esperar con esperanza. Un signo escatológico en el horizonte de su proclamación del Reino de Dios. El Dios vivo viene y habita en su creación para que todas las criaturas participen de su vitalidad y eternidad. Vista la enfermedad como síntoma de muerte, Jesús nos muestra la curación como síntoma de resurrección. Si ante una enfermedad grave luchamos contra la muerte, la curación de Jesús otorga el retorno a la vida como recién nacidos, como seres nuevos. Jesús cura a los enfermos restaurando su comunión con Dios. La curación de Jesús consiste en la restauración de una comunión perturbada y en la participación de la vida3. Se restaura la comunión de alma y cuerpo, las relaciones sociales perturbadas, la dignidad del hombre y su relación con el Creador. Es Cristo quien trae la comunión con Dios, hasta en el más profundo abandono. Jesús cura a los enfermos cargando con sus enfermedades en su pasión y haciéndose su hermano divino en el sufrimiento. Es el Siervo de Dios sufriente4 de Isaías, capaz de recrear la vida desde su propio sufrimiento. En el contexto de la fe, las curaciones son signos del nuevo nacimiento de la vida y preanuncios de la nueva creación de todas las cosas. Sin fe Jesús rehusaba expresar su Misericordia, aunque no sin dolor por las circunstancias concretas. Y no pretendía una confesión precisa sobre su persona y su misión, no, que por cierto hubiera sido difícil en el comienzo de su Ministerio. Procuraba cierta receptividad, con la esperanza de cumplir el Plan del Padre, como bellamente lo expresa Mateo5. Además de la proclamación del Evangelio, la curación de los enfermos es el testimonio más importante sobre la llegada del Reino de Dios6. Es también un encargo específico a los discípulos y, en consecuencia, a la comunidad. Las curaciones son el lenguaje del anuncio de la nueva creación de todas las cosas. Así la curación es precursora de la resurrección, que destierra y anula  la muerte. Según Moltmann 7 “sólo cuando se pierde la esperanza en el reino venidero aparecen las curaciones en un inalterado mundo de muerte”. Para este autor las curaciones son las consecuencias manifiestas de la verdadera irrupción del Reino de Dios. Vemos que los grados de fe variaban sustancialmente. Sin embargo no era necesario expresarlos efusivamente. El signo más pequeño servía a Jesús que, por otro lado, miraba el fondo de los corazones. La fe no es el factor activo de las curaciones realizadas por Jesús, sino su voluntad divina. La fe marca el Ser de Jesús; para los que reciben ayuda, la fe es el acceso a los milagros8. Por medio del milagro se alivia la desesperación del hombre y se restaura la dignidad del hombre. César Cid

Citas 

1 Mt 4, 23-24. 
 2 Rm8,23. 
3 Moltmann, Jurgën. El Espíritu Santo y la teología de la vida. Sígueme. 4 Is 53,5. 5 Mt 12, 20-21. 6 Mt 10, 8. 7 Moltmann, Jurgën. El Espíritu Santo y la teología de la vida. Sígueme. 8 Gnilka, Joachim. Jesús de Nazaret: Mensaje e historia. Herder

 

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