Confía, hermana

11178450_530118403793725_56105136_nTu vida ha sido un combate por sobrevivir. Relatas con detalles que has vivido peligrosamente. Prefiero huir del juicio estereotipado al respecto de tu afirmación, porque la vida se compone de muchas variables y no se trata de valorar si conviene vivir en búsqueda desesperada de plenitud o bajo excesivas precauciones. Implicas a la suerte (a la mala) para desmenuzar los golpes que has recibido desde tu juventud. Maltratada por tu familia, humillada por la sociedad y por ti misma, en definitiva, rota. Ahora, enferma, vives desesperanzada y encogida. Esta etapa de tu vida es un nuevo desafío que no debes evitar. Ya, suena fácil, me dices. Ocultarte ahora sería rendirse, y eres una mujer fuerte. ¿Sabes? Puedes recuperar el sentido de la vida y vivir momentos maravillosos aun en tu estado. Me miras atónita, sorprendida. Sí. Ponte en manos de Dios. En sus manos sentirás el consuelo como un don, para ti y cuantos te rodeen. El premio es la serenidad y el encuentro con Él. Consiste en dejar el miedo y las preocupaciones en sus manos y confiar en su voluntad. Él te ama como eres, sin reproches ni paternalismo. Y no es el quien te prueba, sino la misma vida. Dios actúa de forma misteriosa, hermana. Nosotros solo vemos el exterior de las personas; Él mira los corazones. Su Amor es más grande que todas las pruebas y responde a cada una de nuestras necesidades. Fíjate, respecto a tus errores vitales- como los defines- Dios los ve como un acto de Amor. Los observa como un recorrido dificultoso y complicado, en pos de una vida con sentido. Sin embargo somos nosotros quienes provocamos este estado de ansiedad y desasosiego, tan amigo de la culpa. ¿Cómo hacerlo?, me dices. Sal a su encuentro, confía en Él y escucha a tu corazón. Dios abraza a sus criaturas. No desprecia NADA de lo que ha creado. Déjate mirar por Él. Su mirada no es implacable, es amorosa. Mira con ojos de Amor y no hay nada más luminoso que su mirada. Déjate mirar por Él. Sentirás cómo tu alma se despliega en el corazón más profundo y comprensivo. Al margen de nuestras preocupaciones siempre hay motivos para la esperanza y para confiar en el Amor que ahuyenta todo temor. Confía, hermana. César Cid

 

 

 

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