Compasión apasionada

11178450_530118403793725_56105136_nHoy vengo a decirte hermano, que pongo mis miedos en las manos de Jesús para padecer contigo los tuyos y así limpiar nuestras heridas con su amor. Que quiero acompañarte en tu camino para sonreír juntos a quienes se aparten a nuestro paso. Caminaremos heridos aunque esperanzados, bendiciendo a los que nos rechacen y alabando a Dios en cada paso. Jesús te curó ayer y quiero decirle al mundo que no tengan miedo de acercarse a ti. Que el desprecio que has sufrido durante tanto tiempo es el motor que movió el corazón de Jesús. Tu presencia no debe generar ya rechazo ni miedo porque Jesús los ha destruido con su acción compasiva. Él padeció contigo cada herida antes de sanarte y nos invita a todos a hacer lo mismo con un corazón samaritano. Jesús te ha tocado sin prejuicios, sin preocuparse por el contagio ni por la opinión de otros y te ha devuelto la dignidad, hermano. También hoy Jesús nos invita a trascender el ritualismo vacío para tocar a los que sufren por alguna razón, con la ternura que solo Dios derrama en los corazones. El papa Francisco lo llama la lógica de Dios: “… que con su misericordia, abraza y acoge reintegrando y transfigurando el mal en bien, la condena en salvación y la exclusión en anuncio”. Nuestro pontífice habla una vez mas con tanta claridad, que interpela definitivamente: “acoger al hijo pródigo arrepentido; sanar con determinación y valor las heridas del pecado; actuar decididamente y no quedarse mirando de forma pasiva el sufrimiento del mundo”. Tu sanación es nuestra libertad, hermano; nuestra verdadera liberación ante los miedos. La expresión amorosa que suscita esta verdad debe contagiarnos con pasión y agradecimiento, porque la caridad siempre es inmerecida, incondicional y gratuita (1Cor 13). Francisco lo expresaba con rotundidad  a los nuevos cardenales: “Queridos nuevos Cardenales, ésta es la lógica de Jesús, éste es el camino de la Iglesia: no sólo acoger y integrar, con valor evangélico, aquellos que llaman a la puerta, sino ir a buscar, sin prejuicios y sin miedos, a los lejanos, manifestándoles gratuitamente aquello que también nosotros hemos recibido gratuitamente. «Quien dice que permanece en Él debe caminar como Él caminó» (1Jn 2,6). ¡La disponibilidad total para servir a los demás es nuestro signo distintivo, es nuestro único título de honor!”.

César Cid

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