Me pregunto hoy cómo ves cuando miras, Padre. De qué modo ves todas las cosas de una vez, al detalle. Si leo unas líneas he de fijarme con atención para leer lo que se dice y captarlo, aprehenderlo y compartirlo. O no. Tu ves todo sin intervalo de tiempo. Lo has visto desde la eternidad, antes que sucediese y durante el suceso. Creo que tu mirada es la causa de todas las cosas posibles y creo que las contemplas en ti mismo. Me gustaría tanto, Padre, que me enseñases con tu mirada, a pesar de mi nada; que me enseñases solo una vez cómo tu mirada ve toda mirada que ve, todo lo que es, visible o no. Soy consciente que tu mirar es causal y ello me es imposible. Lo sé. Soy una simple criatura. Tú que creas al mirar, obras todo desde tu mirada amorosa, como no puede ser de otra forma. Déjame mirarme desde ti, Señor, una sola vez. Que esta noche necesito imaginarme algo amado, algo querido… Y si consigo verme como tú me ves un solo instante, sabré que mi vida tiene sentido, Padre. Tú miras a todos de manera que cada uno nos sentimos privilegiados. Como la imagen de un cuadro, como la foto de un retrato que no abandona su mirada, así creo yo que nos amas, Padre. Porque tu ver es amar, no permitas que me sienta abandonado en esta hora amarga. También creo que tu amor no es distinto de ti mismo, Señor; y que si soy, es porque tú me miras. Déjame ser capaz de ti con cada pensamiento y anhelo, aunque sé que se trata de una pobre semejanza. Ahora siento la fuerza de tu presencia, desde mi libertad, como tú deseas. Y quiero dirigirte mis últimos esfuerzos para encaminarme a tu Presencia, Señor. César Cid