Jesús y la relación de ayuda

caminoAhora que encontramos una nueva sensibilidad respecto de la relación de ayuda, un bello término que faculta a cualquiera para facilitar la vida del quienes sufren, el evangelio nos devuelve al entorno pastoral de Jesús para comprobar que él sentó dichas bases realmente. Durante mi trabajo  diario con enfermos al final de la vida y sus familiares, confirmo que nadie renuncia a un gesto cariñoso, a una palabra acogedora y a una escucha sincera, en definitiva, a un acompañamiento auténtico. He estudiado con detenimiento la actitud de Jesús con los enfermos y estoy convencido que sólo hemos de ponerla en práctica:

– Acogida cálida y respetuosa.

– Comprensión y cercanía ante las necesidades vitales del hombre.

– Acompañamiento a la soledad y el sufrimiento.

– Rehabilitación social.

– Perdón y amor.

– Preocupación por relaciones sociales justas y fraternas.

– Procurar dar sentido a la vida y esperanza ante el dolor y la muerte.

Resulta curioso comprobar que las bases de la relación de ayuda están plasmadas hace dos mil años en la praxis ministerial de Jesús: escucha empática, aceptación incondicional y autenticidad. Jesús no cura ofreciendo el cielo ni vanagloriándose; lo hace acogiendo a la persona en su totalidad y restituyendo su dignidad física y moral, y siempre desde el compromiso filial con el plan del Padre. Son muchas las personas alejadas de la fe, de fe ambigua o enfadados con Dios por la situación que están sufriendo. Es frecuente. Todos ellos son objeto de nuestra atención y así han de ser acogidos. El contacto sincero facilita el vínculo y el Espíritu actúa entre nosotros con sutileza, respeto y Amor. César Cid

Volver arriba